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14/4/11

Y se fue liando.


¡Y de qué manera! El plan era salir a hacer  una cortita, para no machacarnos con muchos kilómetros, y, a priori, volver a comer. Pero una vez vestidos de romanos, decidimos comer por ahí…y esto fue la primera miguita que empezó el montón.
Continuamos con el plan inicial, subir a Ávila, por trazados de los frecuentados.
Temperatura muy buena en estos primeros kilómetros, y montones de motos por todos sitios.
Hacia Cebreros y San Batolomé de Pinares, atravesando el puerto de Arrebatacapas y el del Boquerón.
Ya en la AV-503 desaparece el enjambre de motos, y empezamos a disfrutar de los paisajes y de carreteras casi vacías. Según nos acercamos a Ávila se empieza  a nublar y la temperatura baja considerablemente. El equipo Rev’it que llevo se queda justito con estas temperaturas (lo llevaba configurado de verano, pero sin abrirle las aireaciones posibles), los guantes aguantan bien.
En Ávila, nuestra primera intención era hacer parada para tomar algo, pero visto lo visto, decidimos buscar sol, y nos bajamos para Navalmoral pasando por el puerto homónimo.
Alguna motillo vemos, pero muy tranquilas estas carreteras en general.
Una vez en la AV-905, nos arrimamos a la Venta del Obispo, donde, por supuesto, caen unas revolconas de aperitivo.
En esos momentos, nos toca elegir dónde comer, las propuestas son Arenas de San Pedro y El Barco de Ávila, al final nos decidimos por El Barco. Y emprendemos el camino hacia allí.
Llegamos sobre las 14:30h, justo para comer, y nos decidimos, como en anteriores ocasiones, por  pasarnos por Casa Lucio y degustar su solomillo.
A las cuatro menos cuarto ya nos estábamos poniendo los trastos otra vez…Y ya que andábamos a tiro de piedra del valle del Jerte, pues decidimos volver por ahí.

Algún cerezo más en flor que hace unas semanas, cuando pasamos Miguel y yo, pero nada espectacular. Como lo hicimos a la hora de la sobremesa, tampoco hubo demasiado tráfico.
Hicimos el valle completo, hasta Plasencia, donde, según nos acercábamos, empezó a soplar bien el viento, haciéndonos dar algún que otro bandazo.
Desde allí, pues para la Vera y el valle del Tietar. Pero ya con cansancio encima. Parando cada 50/60 km para estirar un poco.
Nos vino muy bien, no por paisajes y carretera, pero sí por ahorro de tiempo, que estuviese abierto el nuevo tramo de carretera que evita el puertecillo de aproximación a Arenas (una de mis carreteras preferidas, por paisaje) y une Candeleda con Ramacastañas. Esto nos permitió ahorrarnos unos 30/45 minutos y llegar a casita sobre las 20:30h.

Al final casi 500km en el cuentakilómetros, y todos ellos con Bea atrás. Que aunque fueron muchos, y acabamos los dos petadillos, no se convirtió en un suplicio. Aunque para la próxima con acompañante evitaremos que la cosa se vaya liando tanto….;-)






 El mapa:
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El escribano ha sido Fer.

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