Primavera

  Llegó la primavera y por fin las carreteras se secaron y el Sol calentó un poquito. 
  Después de engrasar algún que otro rodamiento y apretar numerosos tornillos sueltos, había que salir a probar si estaba todo en su sitio. Es una gozada poder rodar por las carreteras de la sierra en un día laborable, poco tráfico y los pueblos con su actividad normal: sus mercadillos, sus tractorcillos de acá para allá y sus gentes paseando por los arcenes.
  Durante todo el invierno sólo he usado la moto para ir y venir del trabajo, y me apetecía darle un poco de alegría, lo que no implica ir más rápido sino dejar que el motor suba más de revoluciones. ¡Qué gustazo oiga! ¡qué suavidad! ¡qué bien suena! y qué calores entran intentando hilar fino por las curvas. Tanto tiempo yendo "montado" en la moto y ahora tener que "llevarla" por el sitio, a veces se me acumulaba el trabajo. 
  Que si calcula si reduces una marcha o dos, si son dos cuidado al soltar el embrague, que si frenas recto usa sólo el delantero, o si ya vas un poco inclinado, hay que ayudar con el trasero, que si el contramanillar, ¡esos codos!, y ¿dónde estás mirando?, precaución al abrir gas, a veces pega tirón, ¡uy! una zona húmeda, mantén la trayectoria levantando un poquito, ¿se puede saber qué estás haciendo con las caderas?, que si pisa bien las estriberas y vigila esa gravilla del exterior. Y ahora, venga, mira lejos, ponte derecho, y a por la siguiente. Un estrés.
  Esto de que la moto se lleve con todo el cuerpo, hace que sea más difícil, pero también lo hace mucho más bonito.

   Disfruten de la primavera, en moto.

 Oscario