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7/3/11

Una vueltecilla por el barrio.

Curveando entre pinares.

Al final, y después de estar unos cuantos meses meditando, y sobre todo por los ojillos que me ponía mi querida Lola, he dejado de marear la perdiz, y seguiré con ella un “poquito” más.
La verdad es que es una gran moto, y que cada vez que la cojo, me da grandes satisfacciones.
Esta vez, y después de poner batería nueva, tocaba darse una vuelta por el “vecindario”.
Como íbamos a nuestro rollo y decidiendo sobre la marcha, al final no liamos a más gente, y fuimos Bea y yo solos.
El día se presentaba soleado, y con temperaturas muy agradables en parado.
Primeros tramos perfectos, eso sí, ya en marcha con un poco de fresquete.
Empezamos a ver motos desde el principio, y se repetiría durante toda la ruta.
El tramo entre la 501 y la de las antenas, según nos acercábamos a penumbra, empezaba a tomar un cariz ligeramente preocupante, pero sin pasar a mayores. Mucha humedad, pero sin hielo. Y bueno, con algo de nieve en los márgenes de la carretera, que hacía la estampa “gonita, gonita”.
De ahí, el desvío hacia Cebreros, perfecto. Daba el sol, y se disfrutaba de las curvas y los pinos. E íbamos prácticamente nosotros solos.
Una paradita.
Paradita para meo y alguna foto, con algunas motos para arriba y para abajo.
En Cebreros andaban de carnaval, y no pudimos hacer el puertecillo que lleva al Burguillo, y lo hicimos por la carretera de abajo, la de la gasolinera.
De ahí a Burgohondo, con parada para sopa, y emprendemos la vuelta por Navalmoral.
Más curvitas, ya algo nublado, y sin particularidades.
En la bajada del puerto a Villa del Prado, nos toca, al final, un coche de policía local que va mamoneando y lleva una cola de 7/8 vehículos.
Y poco más. Unos 180km, casi del tirón, con tiempo bueno, y llegada a casita de los papis para comer.





El mapa:


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